lunes, 2 de noviembre de 2009

Mi Buenos Aires...

....querido...

No mentiré si digo que durante años hube escuchado sobre lo bello que era Buenos Aires. De lo parecido que era a Madrid. Y si bien soy una enamorada de México, de sus tierras, sus gentes y su comida, he quedado enamorada de esos bellos paisajes. Hace ya meses que andé por allá pero porqué no contaros...

Si bien casi perdemos el avión por culpa de que en la SALA VIP de IBERIA no nombraron el vuelo, finalmente, cerradas las puertas de embarque, conseguimos llegar al avión para pasar 12 horas encerrados en un "pájaro" volante. Que si bien no comprendo su funcionamiento, por más que intentan explicarme, sigo sin poder creer que “volamos”.
Después de un viaje que comenzó algo atropelladamente, conseguimos hacernos amigos de comandante y "colarme" en la cabina de la tripulación en el momento que el "pájaro" aterrizó en el aeropuerto de la capital.
Javier, segundo de abordo, me ayudó en todas las dudas que aparecieron durante el aterrizaje, que fueron un millón. Disfruté de mil anécdotas divertidas y cosas que no te esperas, pero mereció la pena.
Ya en tierra, me dicen que han dejado mi maleta en Madrid, y yo cabreada me "cago en Evita Perón y toda su familia". Más tarde acaban finalizando que ya está de camino, porque se quedó en Madrid, y que a las 9 llegaría a la capital. Yo, me lo creo.
Salgo de allí, y nos espera una persona que nos llevaría a nuestro hotel Mansión Vitraux, un hermoso lugar en el bello enclave de San Telmo. Barrio fundacional de la ciudad. Allí, y tarde, nos espera Diego para ofrecernos un par de vinos, y hablarnos de ellos delante de una hermosa bandeja llena de picadas típicas de la zona.
A la mañana siguiente, recorremos San Telmo, vamos en metro y acabamos comiendo en OVIEDO, un restaurante de los que dan placer en todos los sentidos.
Por la tarde, yo regresé feliz esperando que mi maleta estuviera en el hotel.... Efectivamente había una, pero no era la mía. La confundieron y extrañamente tuvimos que mover Roma con Santiago. Pero mi "adorado" recepcionista Matías hizo todo lo posible, y a mitad de la tarde, antes de ir a ver ROJO TANGO, pude ponerme de "señorita" para disfrutar de ese fantástico espectáculo que se ofrecía en el barrio de Puerto Madero, en el Faena Hotel.
A la mañana siguiente, nuestro destino, el vino.
Sí, vamos, a beber vino. La bella región de Mendoza nos esperaba tras un vuelo lleno de alfajores...hummmmm. Eso no es sano.
Club Tapiz nos acogió con las manos abiertas, para ofrecernos una pequeña escapada entre viñedos y tranquilidad absoluta donde Julieta y Caroline, a la veríamos al día siguiente, nos trataron como parte de la familia.
Y fue en las bodegas que visitamos por la mañana donde Caroline, en Tapiz, enseñó todo lo que podríamos saber sobre vinos. En Norton, propiedad del tipo de los Swarovski, el cariño con el que nos trataron se nos quedó marcado. Al otro día conocimos las bodegas del dueño de Pepsi, Andeluna, donde la preciosa Julieta nos recibió con una comida de seis platos sólo para nosotros, ya que el restaurante estaba cerrado. Más no se puede pedir.
Bueno, sí, se puede pedir pasar una noche en el Park Hiatt Mendoza y comer con la simpática de Macarena, su directora de Marketing después de regalarnos un masaje tailandés.....Ah, se me olvidaba, la noche anterior cenamos por nuestra cuenta en Facundo en Mendoza, super recomendable.
De nuevo en Buenos Aires, en el Park Hiatt Buenos Aires, en el "fabuloso" barrio de Recoleta. Y después de dejar todo en la habitación, fabulosa por cierto, me marcho a la experiencia más fantástica de mi vida. Una cena en casa de una pareja joven, que ha montado en ella un club privado de cenas degustación de vinos y catas, Casa Coupage...IMPRESIONANTE. Santiago, el dueño, es de los que puedes pasar horas escuchando como habla, como deja que tu juegues con los olores, sabores texturas, gustos. No impone, ayuda, enseña, sorprende.
Con ese sabor de boca, la última jornada en Argentina nos marchamos a ver las impresionantes tumbas masónicas de los próceres de la patria y algo más.
Nos da tiempo para cambiar la cultura, por el consumismo. Y aunque vamos a tiendas italianas y francesas. Llama la atención ver a niños de no más de 6 ó 7 años abriendo taxis o puertas de centros comerciales para que les dan un par de pesos.
Admito que me llegó al corazón una niña que no me pidió dinero, sino algo para comer. Le preguntamos si ella conocía ningún lugar de emparedados, ella dijo que sí quería nos llevaba a uno. Yo, por miedo, le dije que si le gustaban los sándwich de Starbucks, ella sonrió y dijo que sí. Luego añadió que si podía ser una "cajita feliz". Al principio no la entendí, hasta que comprendí que quería lo que nosotros llamamos Happy Meal. Subí a encargarlo...¿porqué no hacer feliz a una nena por 3 euros?. La acción del día, mientras nosotros, consumistas empedernidos, llevábamos bolsas de Armani....
De regreso, en el avión, el sobrecargo nos reconoció y fue un agradable vuelo de regreso después de una semana de belleza. Me dormí soñando con la imagen de la cordillera andina mirándome imponente…