miércoles, 9 de diciembre de 2009

Polonia en navidad.

Había pasado ya mucho tiempo, y cierto es que aunque la tenía castigada…sus ojitos rojos me miraron de una manera que…Finalmente nos sentamos a hablar, hicimos nuestros planes y poniendo sus ruedas a punto, mi maleta puso las cosas claras: “Me quiero ir a Polonia”.

Lógicamente yo le pregunté a qué venía tanto empeño, que allí hacía frío y que seguro quería volver a perderse. Lo pensé un rato y finalmente tomé un avión de la compañía LOT a las intempestivas 6 de la mañana. A ella la perdí de vista a las 5, prefirió, como siempre, viajar a su antojo. Yo sé lo que quería, sé cómo quería encontrarlo. Había decidido buscar a su propio Darek. Ahora comenzaba a tomar sentido su cabezonería de ir a Polonia. Ella puso el país, y yo dejé que me llevarán al destino. Así que, de cabeza a Kracow.

Manual para no meter la pata en un viaje: Aprenderse todo lo que se pueda sobre el país, costumbres, comidas, trajes típicos…Nunca hacer preguntas que puedan surgir a boleo. Por ejemplo; alguien pregunta sobre la pronunciación exacta de una palabra en polaco y tú, intentando parecer interesada en todo, preguntas qué significa. Todos se giran y te dicen: “es la moneda nacional”. Ahí, en ese justo instante, quedas como un zigurat espachurrado en el suelo del desierto y te preguntas porqué no indagaste un poco más en Internet.

Después de horas de separación, mi maleta, increíblemente, decide viajar conmigo. Por lo tanto, aparece puntual por la cinta del aeropuerto. Ahora, camino de la ciudad de Kracow.

Un aire extrañamente místico envuelve esta metrópoli, la niebla que lo rodea reviste de una imperialidad que sorprende. El frío es sólo una anécdota en un país en el que el calor de sus habitantes, se extiende por todas partes. La primera cena que tomamos mi maleta y yo, fue de las inolvidables; comida a raudales y los dueños del local ofreciéndonos sus “mejores caldos”. ¡La leche el Wódka!

Casas de madera en Zakopane, iglesias del mismo material, curiosos cementerios y paseos a caballo a extrañas horas de la noche. Eso sí, de nuevo regado con vino caliente - excelente invento-, té y viandas. A veces, las cosas más surrealistas se convierten en anécdotas de aquellas con las que ríes y al fuego, calentando chorizos, te hacen sonreir.

Los días no nos acompañaron como quisimos, aunque repito, mi maleta me dijo varias veces que aunque no hiciera sol, o la nieve no poblara sus calles, el ambiente estaba muy propicio para “cualquier cosa”. Tanto es así que, un mágico paseo por las nocturnas calles de Cracovia, en castellano, te transportaba a otros tiempos, otras épocas en las que el silencio que te seguía por las calles se había cambiado por el bullicio de la navidad, las luces, los colores y el olor de la comida en la calle.

Quizás ella, la maleta roja, me tenía reservada alguna que otra sorpresa. Y posiblemente, aunque el lugar no era el adecuado, visitando los campos de concentración de Auschwitz I y II, el sol nos dio un día de beneplácito. Tal vez para que la oscuridad que rodea aquellos lugares, fueran algo menos lúgubres. No lo sé, pero si mi ella hubiera venido aquel día conmigo, sé que aun estaría mirandome de mala manera. La maleta roja, andaba dando vueltas por Cracovia, seguía con su particular búsqueda…

A lo que no llegaba a acostumbrarme, era a terminar de comer cuando el sol se estaba poniendo…daban ganas de ponerse a cenar ya.

La tarde fue mejorando, porque dados los contactos que mi maleta roja fue haciendo por allá, acabé en un concierto de piano de un japonés que durante una hora movió sus dedos de manera increíble, mientras preludios de Chopin, que por cierto era Polaco y el año que viene se celebra aniversario, pasaban de un lado a otro de mi mente. Lo que no esperaba era lo que me sucedería momentos más tarde...

Un hotel, un restaurante, invierno en el barrio judío de la ciudad…unos ojos. Entre las sombras del local, con la música en directo de viejas melodías judías, mi mirada se perdió. La maleta, y las artes de “mamá Juana”, hicieron todo lo posible para que volviéramos a verlo…pero sólo diré que Darek ha encontrado digno sucesor y que algún día lo veréis en el Hola. Bueno, no tanto…aunque que tiemblen los polacos cuando vayamos una cuadrilla de españolas en busca y captura :-D.

Pero como ya es habitual en mi maleta, el regreso se lo pasó dando vueltas por los aeropuertos europeos que aun no conocía. Así que decidió ir de Cracovia a Varsovia, de allí a Munich y luego a Barcelona. Eso sí, esta vez se portó medio bien y como poco, salió la primera en la cinta.

Yo, seguiré soñando con Polonia, con los ojos verdes…

lunes, 2 de noviembre de 2009

Mi Buenos Aires...

....querido...

No mentiré si digo que durante años hube escuchado sobre lo bello que era Buenos Aires. De lo parecido que era a Madrid. Y si bien soy una enamorada de México, de sus tierras, sus gentes y su comida, he quedado enamorada de esos bellos paisajes. Hace ya meses que andé por allá pero porqué no contaros...

Si bien casi perdemos el avión por culpa de que en la SALA VIP de IBERIA no nombraron el vuelo, finalmente, cerradas las puertas de embarque, conseguimos llegar al avión para pasar 12 horas encerrados en un "pájaro" volante. Que si bien no comprendo su funcionamiento, por más que intentan explicarme, sigo sin poder creer que “volamos”.
Después de un viaje que comenzó algo atropelladamente, conseguimos hacernos amigos de comandante y "colarme" en la cabina de la tripulación en el momento que el "pájaro" aterrizó en el aeropuerto de la capital.
Javier, segundo de abordo, me ayudó en todas las dudas que aparecieron durante el aterrizaje, que fueron un millón. Disfruté de mil anécdotas divertidas y cosas que no te esperas, pero mereció la pena.
Ya en tierra, me dicen que han dejado mi maleta en Madrid, y yo cabreada me "cago en Evita Perón y toda su familia". Más tarde acaban finalizando que ya está de camino, porque se quedó en Madrid, y que a las 9 llegaría a la capital. Yo, me lo creo.
Salgo de allí, y nos espera una persona que nos llevaría a nuestro hotel Mansión Vitraux, un hermoso lugar en el bello enclave de San Telmo. Barrio fundacional de la ciudad. Allí, y tarde, nos espera Diego para ofrecernos un par de vinos, y hablarnos de ellos delante de una hermosa bandeja llena de picadas típicas de la zona.
A la mañana siguiente, recorremos San Telmo, vamos en metro y acabamos comiendo en OVIEDO, un restaurante de los que dan placer en todos los sentidos.
Por la tarde, yo regresé feliz esperando que mi maleta estuviera en el hotel.... Efectivamente había una, pero no era la mía. La confundieron y extrañamente tuvimos que mover Roma con Santiago. Pero mi "adorado" recepcionista Matías hizo todo lo posible, y a mitad de la tarde, antes de ir a ver ROJO TANGO, pude ponerme de "señorita" para disfrutar de ese fantástico espectáculo que se ofrecía en el barrio de Puerto Madero, en el Faena Hotel.
A la mañana siguiente, nuestro destino, el vino.
Sí, vamos, a beber vino. La bella región de Mendoza nos esperaba tras un vuelo lleno de alfajores...hummmmm. Eso no es sano.
Club Tapiz nos acogió con las manos abiertas, para ofrecernos una pequeña escapada entre viñedos y tranquilidad absoluta donde Julieta y Caroline, a la veríamos al día siguiente, nos trataron como parte de la familia.
Y fue en las bodegas que visitamos por la mañana donde Caroline, en Tapiz, enseñó todo lo que podríamos saber sobre vinos. En Norton, propiedad del tipo de los Swarovski, el cariño con el que nos trataron se nos quedó marcado. Al otro día conocimos las bodegas del dueño de Pepsi, Andeluna, donde la preciosa Julieta nos recibió con una comida de seis platos sólo para nosotros, ya que el restaurante estaba cerrado. Más no se puede pedir.
Bueno, sí, se puede pedir pasar una noche en el Park Hiatt Mendoza y comer con la simpática de Macarena, su directora de Marketing después de regalarnos un masaje tailandés.....Ah, se me olvidaba, la noche anterior cenamos por nuestra cuenta en Facundo en Mendoza, super recomendable.
De nuevo en Buenos Aires, en el Park Hiatt Buenos Aires, en el "fabuloso" barrio de Recoleta. Y después de dejar todo en la habitación, fabulosa por cierto, me marcho a la experiencia más fantástica de mi vida. Una cena en casa de una pareja joven, que ha montado en ella un club privado de cenas degustación de vinos y catas, Casa Coupage...IMPRESIONANTE. Santiago, el dueño, es de los que puedes pasar horas escuchando como habla, como deja que tu juegues con los olores, sabores texturas, gustos. No impone, ayuda, enseña, sorprende.
Con ese sabor de boca, la última jornada en Argentina nos marchamos a ver las impresionantes tumbas masónicas de los próceres de la patria y algo más.
Nos da tiempo para cambiar la cultura, por el consumismo. Y aunque vamos a tiendas italianas y francesas. Llama la atención ver a niños de no más de 6 ó 7 años abriendo taxis o puertas de centros comerciales para que les dan un par de pesos.
Admito que me llegó al corazón una niña que no me pidió dinero, sino algo para comer. Le preguntamos si ella conocía ningún lugar de emparedados, ella dijo que sí quería nos llevaba a uno. Yo, por miedo, le dije que si le gustaban los sándwich de Starbucks, ella sonrió y dijo que sí. Luego añadió que si podía ser una "cajita feliz". Al principio no la entendí, hasta que comprendí que quería lo que nosotros llamamos Happy Meal. Subí a encargarlo...¿porqué no hacer feliz a una nena por 3 euros?. La acción del día, mientras nosotros, consumistas empedernidos, llevábamos bolsas de Armani....
De regreso, en el avión, el sobrecargo nos reconoció y fue un agradable vuelo de regreso después de una semana de belleza. Me dormí soñando con la imagen de la cordillera andina mirándome imponente…

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Nos vamos de viaje

Llevo más de dos años intentando dar la vuelta al mundo, pero hay un pequeño incoveniente que por alguna extraña razón se empeña en no dejarme hacerlo.

Pero comencemos por lo principal, me voy a presentar: Mi nombre es Patricia y soy periodísta de viajes. Sí, de esas que recorren el mundo por muy poco dinero y disfrutando de las cosas buenas que le ofrecen las oficinas de turismo. Todo eso está fenomenal, si las cosas funcionan como se supone han de funcionar, pero si tienes contratiempos, como es mi caso, no siempre sale todo bien.

Tengo una maleta, que para más INRI es de color rojo, y la maldita tiene vida propia. Con este blog os comenzaré a contar la vida de esta maleta y su empeño en viajar ella sola sin mi.


Un saludo y seguiremos informando para Los 32 Rumbos.